Me entrenaron para pensar y decir cosas horribles sobre mí:
🚩 No sirves para nada.
🚩 Eres una pendeja.
🚩 Niña mala.
🚩 Así nadie te va a querer.
La lista es larga y estoy segura de que tú tienes más cosas que agregarle. El asunto es que, en cada toma de decisiones, me quedó tan grabado que me lo creí, y durante años estas frases se han replicado una y otra vez, cada vez que me equivoco, cada vez que algo sale mal, cada vez que siento que fracaso…
Incluso me convencí de que estas expresiones eran mías, pero no. Tú y yo sabemos que esas voces tienen nombres propios, algún tío, los mismos padres, un profesor, gente que quería contribuir a que fuéramos “personas de bien” pero no tenían ni la menor idea de como hacerlo.
Pero quién se atreve a cuestionar algo que parece normal…
Entonces, llegamos a la adultez
¿Es tan difícil amarme? ¿Qué aprendí acerca del amor?
Este es el punto, voy a usar una metáfora para que podamos entenderlo mejor.
Cuando regreso a casa, casi siempre tomo la misma vía, porque es el camino conocido, el más rápido o la única opción… etc. Así mismo pasa con la ruta del amor, seguimos eligiendo el mismo camino de toda la vida, el que nos enseñaron ¡Es horrible! No en todos los casos, pero recuerdo con claridad cuando papá me castigaba en nombre del amor y créeme las marcas quedaban en mi piel durante semanas.
Pero te digo algo, cuando no hay más rutas, corresponde inventarlas. Esta es la invitación que quiero hacerte hoy, y a lo mejor me dirás: Yami, pero ¿Para qué tanto esfuerzo?
Qué te parece:
De lo contrario, amiga, déjame preguntarte algo ¿no consideras que ya es suficiente de mendigar amor? Qué mamera, si estás de acuerdo conmigo, escríbelo en los comentarios y que a partir de hoy nuestro grito de independencia sea ¡Yo (tu nombre) elijo el camino del amor!
